miércoles, junio 10

Secretos fáciles de publicar.

-Siempre quise conocer a un ilustrador de cuentos infantiles. Todavía quiero.
-Hace años que quiero ir a una plaza y sentarme a tomar mate. Jamás lo hice. Probablemente lo haga en algún futuro próximo.
-Me gusta el otoño porque es en la estación en la que más me enfermo.
-Cuando estoy triste me gustaría saber tocar el piano. Cuando estoy contenta la trompeta. Cuando me siento libre, el violín.
-La alternativa a estudiar arte es historia.
-Disfruto de ver la autopista desde el puente
(Sí, eso).
-Suelo ver por la ventana cuando viajo. Me gusta imaginarme paisajes superpuestos a lo que veo.
-A veces creo que mi habitación es un frasco.
-Me gusta ver las manos y las muñecas de las personas. Me causa gracia.
-Amo con locura tomar el primer mate.
-Creo firmemente que el mejor desayuno de la semana es el de los domingos.
-Adoro descargar los pinceles en mi mano izquierda.
-Suelo decir que una persona confía plenamente en mí cuando me deja abrir su heladera/alacena. (Y esto también se aplica a cualquier persona).
-Me da vergüenza tener errores de ortografía.
-Otro día -probablemente- siga con esta lista.

lunes, junio 8

Verborragia.

Hoy es el día de turno.
Le tocó a las palabras. Así como otros días le toca a mi cuaderno de dibujo, o a la pobre guitarra -aunque de pobre no se merece nada! Pobre mi oído musical, eso sí-.

Será que se despertó mi espíritu aventurero, y me pide navegar en un mar de incertidumbre y emoción como es el mar de los escritores, que jamás esta calmo, y golpea con furia contra los barrancos de la imaginación, susurrando en cada ola historias únicas.
Tal vez sea arrogante de mi parte decir que puedo navegar en el mar de los escritores. Probablemente por eso naufrague pronto, y repetidas veces. Pero la corriente, a pesar de golpearme contra las rocas, siempre me lleva a alguna costa, y es ahí donde puedo empezar de nuevo.
Como sea que llegué aquí ya no me acuerdo, pero hoy les voy a contar una historia, para hacer gala de mi arrogancia, y ver por lo menos, a qué costa llegaré después.

El mentiroso:

Como él mismo cuenta siempre, empezó a contar historias a los 7 años. Desde entonces que el dice haber vivido muchísimas aventuras. Algunas heroicas, otras fantásticas, tristes, felices, con monstruos y amistades de esas que perduran para siempre.
Tengo recuerdos de yo con 6 o 7 años, sentada en el banquito de siempre, y él ahí, contando su fiera batalla contra los gigantes del océano, la increíble historia de cómo cruzó un bravo río en una balsa improvisada y cuando llegó a la costa fue raptado por indios caníbales, o aquella vez que escapo de un gorila gracias a unas lianas -obviamente, atando a la bestia en una palmera-, o cuando conoció a la última tripulación de piratas del mundo.
Cada día en una esquina, a la sombra de un arbolito se sentaba en un banco de plaza, y pasaba el día contándole alguna historia al afortunado que tuviera la oportunidad de sentarse a su lado.
Siempre sorprendía a más de uno debido a la aparente veracidad de sus relatos. La manera de contar cuentos que tenía era infalible, podía tranquilamente hacer lagrimear hasta al más duro de los hombres, y emocionar hasta a la más fría de las señoritas.
Un día, apareció un desconocido que se sentó a charlar con él. Después de intercambiar unas palabras, el mentiroso proclamó -"es probable que éste sea mi último cuento. Me estoy jugando la vida en esta historia,"- y contó la que sería, tal vez, la más dura de todas las historias que contaría nunca, contó su vida, tal como había sido. Sin fantasías, sin gigantes, sin gorilas.
Terminó su cuento, y se fue.
El hombre desconocido se quedó sentado un largo rato. Todo lo que esperaba era otra mentira.
Durante los días siguientes, el banco de siempre se mantuvo vacío.
Supe entonces, que el mentiroso había contado la verdad, se había jugado la vida y había perdido por contar la más peligrosa de las historias, la historia real.

Aburrirse no esta mal -de vez en cuando-.

Quiero gritarle al mundo, aunque no sirva de nada.
¡Mi corazón se desgarra de tanto aguantarme las cosas!
Mi frasco se empaña de tanta bronca.
Porque ardo en llamas de ver a la gente tan fría, tan distante.
Sucumbir ante la locura, arrodillarme a sus pies, escapar.
De mi frasco hasta afuera, hay un largo trecho. Del afuera a la revolución otro tanto.

¡Ah!, quiero gritarle al mundo, ¡aunque no me escuche!.
Porque se que mi mundo no se revolucionará por mis propias manos.
Y la gente de afuera, tan fría.
Se que estan allá, esas personas que arden como yo.
Entre todas esas caras de tristes sonrisas talladas por mentiras, e hipocresías.

La calidez está a un frasco de distancia.
Lástima, que el frasco es tan comodo.
Lástima, que cada vez es más frecuente en mí, pensar que estoy bien sola.
Y lástima, que hay tanta gente que me obliga a respaldarme cada vez más en eso.


Ahora sí, después de esta suerte de introducción, que es lo primero que me dictó el corazón, o lo que sea que me haya dictau', puedo hacerles una reverencia a ustedes, los quienes sean que me esten leyendo. Gracias. De verdad.

Se preguntaran, tal vez, qué es lo que hago por estos lares, después de tanto tiempo.
Sí, mi blog no es más que un manojo de despojos y estropajos de mi imaginación. Es tal vez, el ovillo con el que mi yo gatuno juega cuando está aburrido. O tal vez sea cualquier otra comparación ridícula que se les venga a la cabeza.

En fin, el por qué esta más que claro, y lo voy a decir lo más alto que mi orgullo me lo permita, decidí regresar una vez más, por otro blog, del cual no les voy a comentar más que esto, porque ustedes, quienes-sean que me leen, no merecen saber, o al menos yo no les permitiré pasar un mal rato.
Demasiado sería, que encima que vengo una vez cada tanto, dejarles un link a un blog de desperdicio como es este el que me obligó a venir a quejarme. Porque soy así de cargosa no más.

Me voy por las ramas.. como decía, he vuelto por un blog, en el que no desperdicié más de tres minutos.
Un blog de esos de adolescentes. " Estoy sola, estoy envuelta en oscuridad..bla.bla.blah, HACI que no tengo más remedio que.."
Y ahí es cuando dije, ok. Me tengo que quejar y que lo sepa el mundo.
¡Que me aburro!. ¡Que los blogs como esos no me gustan! ¡Que el teclado me mira con cara melancólica, como si me extrañara!.

¡Que aburrido que es el mundo cuando una se aburre!
Y digo esto sin vergüenzas ni arrpentimientos. Soy bien conciente de lo que estoy diciendo.
Cuando yo me aburro, ¡millones de personas se aburren conmigo!.
¡Lo sé y los felicito!, a ellos y a mí. Por aburrirnos juntos.